Enfrentar un diagnóstico de cáncer o atravesar cualquier momento difícil en la vida puede ser una experiencia profundamente transformadora. En estos tiempos, es fundamental recordar y reafirmar nuestro valor intrínseco. El poema Valgo de Jorge Luis Borges ofrece una poderosa reflexión sobre el valor personal y la resiliencia.
Borges, conocido por su vasta obra literaria y su profundo entendimiento de la condición humana, nos invita en Valgo a considerar nuestra propia valía independientemente de las circunstancias externas. El poema nos recuerda que nuestro valor no se mide por los éxitos, fracasos o situaciones difíciles que enfrentamos, sino por la esencia de quienes somos.
A menudo, adaptarnos y aceptar nuestro estado de salud puede hacernos cuestionar nuestro propósito y valía. Sin embargo, Borges nos alienta a mirar más allá de las adversidades y reconocer el valor inherente que poseemos simplemente por ser quienes somos. Valgo nos inspira a cultivar una visión de nosotros mismos que trascienda las dificultades temporales. Nos motiva a abrazar nuestra fortaleza interna y a encontrar significado y valor en cada momento de la vida, por desafiante que sea.
Explorar y reflexionar sobre este poema puede ser una fuente de consuelo y fortaleza, recordándonos que, en medio de cualquier adversidad, nuestra valía permanece intacta. Aquí les queda para reflexionar:
"De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo.
Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.
Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía.
Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda.
Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).
Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.
Ví tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido.
Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte … por eso disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.
Que la verdadera amistad si existe, pero no es fácil encontrarla.
Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas.
Que ser fiel no es una obligación sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti.
Eso es vivir. ... La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sinsabores… aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables.
Las heridas fuertes nunca se borran de tu corazón pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios.
Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan.
Lo mejor está por venir”
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