En la sala de espera



En los últimos dos meses he pasado por más salas de espera hospitalarias que en los últimos 480 meses de mi vida.


Estoy en Cali, la ciudad que ha sido epicentro de las resistencias del paro nacional del 28 de abril de 2021, ya estamos a 14 de mayo. La ciudad ha estado muy activa y lamentablemente violentada. Recién se está retomando la normalidad, imaginaran entonces cómo está la EPS, llena de gente de todos los estilos y estados de ánimo. El 90% de las personas que estamos acá tenemos alguna dificultad con nuestra salud. Se escuchan voces, muchas voces, niñas y niños llorando, otras personas quejándose, pidiendo y dando la hora, la tv encendida, un paciente dando recomendaciones médicas y de cuidado a otros, diálogos sobre la vacuna. Definitivamente hay muchos ruidos en una sala de espera de una EPS.


Mientras tanto, escribo este relato y recordando lo que fue la espera para la Mastectomía que me realizaron el 20 de abril. Nos citaron a la clínica a las 5:30 am, supuestamente la cirugía era a las 7 am, estaba contenta, iba a salir rápido de eso y los médicos iban a estar con la mente fresca solo para mí, pero en realidad no fue así. A las 6:20 me informaron que mi cirugía era para las 3:30 de la tarde y que debía continuar con el ayuno que ya llevaba 12 horas.


Me prepararon para la marcación de ganglios centinelas, lo que implica que te apliquen un medicamento (me dan miedo las agujas) debes esperar, ver y conversar con otras personas que están en situaciones parecidas a la tuya (es una buena terapia, ahí verás gente que te anima o que tienes que animar porque su situación te hace sentir que estás muy bien).


Esa fue la primera sala de espera del día, en realidad tranquila y llevadera. Llamó mucho mi atención un niño que le hacían exámenes de los testículos. Se notaba que a su corta edad estaba acostumbrado a los protocolos de exámenes de medicina nuclear. 


Si tú cirugía es en la tarde, implica que literalmente tienes que ver el desfile de muchas y muchos pacientes que van a cirugía ese día. No es cómodo eso, pero lo superas en tanto llega tu turno.


En una sala de espera tienes que ver mil historias parecidas a la tuya y otras un poco distantes, pero todas te hacen acercarte a diversos mundos y explorar el tuyo. 


Vi canalizar fácilmente algunas venas y otras eran un tanto complejas como las mías. Ya me sabía el protocolo, viene la anestesióloga habla contigo con una cara muy amable y una calidad sonrisa, te pregunta nombre, talla y peso, con esa información ella calcula cuál será tu dosis para hacerte dormir.  Así que cada vez que la veía entrar, mi mente se activaba para su escena. 


Era la primera vez que entraba a un quirófano, este en particular me pareció agradable, con un buen equipo médico, escuchando buena música (lo cual me tranquilizó), pues a pesar de las horas de cirugía que ya habían transcurrido se percibían tranquilos.


Empecé a hablar con el equipo, preguntar sus nombres, incluso alcancé a decirle a alguna de las médicas lo bonito de sus cejas. De un momento a otro, ya no estaba..... Cinco horas después, ya me habían operado, abrí los ojos y ahí a mi lado estaba el cirujano plástico, siempre estuvo muy presente (Este un hombre joven y amable, tranquilo, que me genera empatía principalmente por ser también negro)


La sala de recuperación es un espacio amplió, dónde hay varias personas que han salido de cirugía, poco a poco vamos volviendo a la realidad, habrán pasado varias horas, pero tú no las has sentido.


Cierras los ojos con un cuerpo y despiertas con otro. Me acosté con dos tetas y me desperté con una, en un abrir y cerrar de ojos eres  del combo de las de una teta y desde ahí tu mundo empieza a cambiar, de como te percibes a ti misma, de como proyectas tu intimidad, de tu seguridad femenina, de tus más íntimos miedos de tu relacionamiento erótico/afectivo, de qué ropa ya te puedes poner y cual no.


En una sala de espera de un hospital, pasan muchas cosas, muchas voces, muchos ruidos, muchas nostalgias y en ocasiones algunas alegrías.


En mi vida he estado en muchas salas de espera de aeropuertos, oficinas de gobierno, pero ninguna como las de un hospital. En la sala de espera de un hospital, escuchas tu nombre de manera distinta, te percibes distinta.


Ya he tenido que pasar por varias salas de espera de un hospital, como paciente me faltan muchas aún. Espero que sean llevaderas.



Nota parroquial: Si quieres escuchar nombres raros inimaginables sólo es que estés más de dos horas en una sala de espera de un centro hospitalario.


Dependiendo el examen que te hagan hay personas que si deben comer mientras están en el proceso del examen, es una tortura con quienes no podemos hacerlo.


Debería escribir las mismas sensaciones que han generado las salas de espera de los aeropuertos. Por ejemplo, cuando me dejo un avión por leerme un libro de Chimamanda. 


Mi canción recomendada de hoy es El gran Varon de Willie Colón. 


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