Los sabores de la vida...


El siguiente texto, lo escribí hace cerca de 10 años, cuando me fui a vivir a Bogotá para estudiar la maestría en Estudios de Género, que definitivamente me transformó de manera muy positiva mi vida.  Agradezco a Maura Nazly por enseñarme otros caminos.....


A propósito de estos días que la vida le pone otros sabores a mi vida y me invita a probar, explorar y crear la vida que quiero vivir, mientras la tenga.  Lo comparto con Ustedes, espero los conecte con ese sentimiento que aún es vigente! 


"Hola, hola a todxs mis queridxs y siempre bien recordados amigxs…. 

Hace varios días estaba que les escribía, no sabía qué, pero si el por qué, y se resume en quererles compartir que he aprendido que la vida es de probarexplorar y crear. Si!!! Probar, explorar y crear!!!  A través de la metáfora de los sabores y la comida, les contaré como sigue transformándose mí vida, y principalmente disfrutando de los sabores que ella me ofrece, algunos dulces o amargos, estos últimos no han llegado; también hay simples, cítricos, y otros simplemente sin explicación, pero todos sin excepción enriquecedores que aportan a mi construcción personal.
 

Normalmente cuando nos enfrentamos a una nueva cultura, (en mi caso la rola/bogotana) de las cosas más difíciles es disfrutar de la comida…. A mí me tocó dejar, mis tapa´os de pescado, el sancocho de gallina,  mis ullucos, el banano con queso, el pescado fresco frito, sudado, entre otras delicias que nos ofrece la diversidad gastronómica del Pacífico.  Realmente eso me dio muy duro, pero tocaba probar y alimentarme de lo que me ofrecía el nuevo lugar,  en términos gastronómicos, pero también de nuevas personas, formas y principalmente de experiencias y sabidurías.  
 
Frente a la comida, he encontrado o adaptado algunos de mis platos preferidos como mis deliciosas lentejas con queso, la sopa de huevo, el arroz con papá y queso, el sancocho, entre otras de las sencillas pero deliciosas comidas que me encantan… No les cuento más para que no les dé hambre (jajajaja)
 
Encontrarme con el caldo de costilla, la mojarra frita, la famosa changua, las sopitas escasas de color y llenas de cosas, con poca sazón, fue muy complicado, difícil pero no frustrante… Entonces, tocó probar, explorar y lo más importante adaptarme. Hoy entiendo que a través de los sabores y la comida, también discriminamos y estereotipamos a la gente. 
 
Las distintas culturas y las personas que hacemos parte de ellas, somos de sabores, colores, expresiones y formas distintas, esto no nos tiene que llevar a pensar que unas sean mejores que otras, solo son distintas y cada quien disfruta, goza y se enorgullece de lo que conoce, para mi caso, de la deliciosa comida del pacifico, de la alegría sin igual, del hablado duro y muchas cosas que nos identifican.  Ese proceso también pasa por valorar lo que no es valorado en nuestro contexto habitual, como es el reconocerme como una bella y hermosa mujer negra a través de mi cabello afro, mi cuerpo grande y armonioso no occidental, que infortunadamente se estructuran en otra forma de exclusión y racismo estructural.  
 
He podido darme cuenta que lentamente he integrado muchos nuevos elementos a mi vida, mi forma, mi mente y a mi dieta (no tan sanos, confieso)  y que en general en la vida, poco a poco, me he dado la oportunidad de probar nuevas cosas, como fue el salir de mí Buenaventura y dejar muchas de las cosas que me hacían y me hacen inmensamente feliz.
 
Mi adaptación no ha pasado solo por la alimenticia, sino también atreverme a ensayar actividades nuevas como La Batucada (toque de tambores), cosas que antes descalificaría de tajo como compartir con gente diferente y muy distinta a mí, dentro de las múltiples particularidades que tienen varias de mis nuevas y buenas amistades, y sólo  porque no me atraían o lxs consideraba como personas “no buenas”; vestirme diferente, cantar o tocar un instrumento musical porque me sentiría avergonzada de no hacerlas bien desde el principio.
 
He empezado a entrenarme en todas esas nuevas exploraciones de a poquito a disfrutarlas a mi manera, y con ello creo hoy, mi mente y mi cuerpo son más receptivos ante y frente a la vida y principalmente hacia la diferencia de lxs otrxs.
 
Los sabores de la vida, nos transforman, nos enriquecen y cuando aprendemos a disfrutar de sus diferencias, a comprenderlos, también empezamos a soltar muchas creencias que no nos permiten ser más felices, o disfrutar de manera distinta y sencilla la singularidad de nuestra existencia.
 
Confieso que no he comido, la changua y que la mojarra la miro con desdén; como lo que les cuento no es carreta, prometo que pronto probaré la changua y la mojarra frita la volveré a comer, lo haré sin los estereotipos ni la prevención que no saben bien!!! Solo debo entrenarme para disfrutar de su distinto sabor o acostumbrarme a él.
 
Los sabores de la comida, son como las situaciones de la vida, unas más ricas que otras; normalmente nos queremos quedar en los que nos son agradables, en nuestras zonas de comodidad, pero cambiar, movernos de nuestro confort y probar de esas cosas que no vemos como agradables también nos alimentamos, nos fortalecemos y especialmente enriquecemos nuestra vida.
 
En ese sentido he ido creando una forma distinta de disfrutarme los sabores que el destino le ha puesto a mí vida; creo que me falta por hacer muchos cambios más, de probar cosas nuevas y seguir venciendo los miedos intrínsecos de la naturaleza humana.
 
Bueno, espero escribirles pronto… por ahora, solo abrazos pazcificos  y les invito a entrenarnos para probar, explorar y disfrutar de los sabores de la vida y así seguir creando una sociedad más justa en las múltiples diferencias que encontramos en la  cotidianidad!"
 

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